viernes, noviembre 22, 2024

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Empleo, formación y talento humano: herramientas de inclusión y de futuro para el mercado laboral 

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Artículo del secretario permanente de CEIB, Narciso Casado, para Forbes Centroamérica, en línea con la colaboración que mantiene con esta publicación desde hace algunos años.

Las habilidades en liderazgos propositivos e inclusivos representan grandes ventajas también. 

Definición de Capital Humano, según la OCDE: «conocimientos, habilidades, competencias y atributos incorporados en los individuos y que facilitan la creación de bienestar personal, social y económico». Y aquí, en estos conceptos es donde arranca el talento, uno de los recursos clave del mercado laboral, muy a tener en cuenta, a cuantificar y a evaluar. 

Como punto de partida, me gustaría recordar que el talento juega un papel importantísimo no solo en el crecimiento y desarrollo de un país, sino también en el plano empresarial. Junto con la formación y la creación de empleo son las mejores herramientas de inclusión social.

No cabe duda de que hay una relación directa, intensa y esencial entre el capital humano de un país o de una región, y su desarrollo. Supone un gran aliciente para la captación de inversiones y su aprovechamiento.

Capital humano con rasgos claramente definidos: compromiso ético, honestidad, capacidad de aprendizaje, adaptación a los cambios y para trabajar en equipo. Las habilidades en liderazgos propositivos e inclusivos representan grandes ventajas también.

Y las competencias más importantes y valoradas: el análisis y la resolución de conflictos, habilidades de relación y comunicación, facilidad para trabajar en entornos multiculturales y multidisciplinares, y conocimientos técnicos de la profesión, completan esta radiografía.

Talento y recursos

El talento está muy bien repartido en la comunidad iberoamericana, pero es prioritario distribuir de manera más efectiva los recursos para fomentarlo y retenerlo. Desde las organizaciones empresariales de CEIB consideramos fundamental crear una cultura académico-empresarial que permita impulsar una formación flexible, competente y de calidad, que dé respuestas a las demandas de la sociedad en general, y especialmente del tejido productivo.

La empleabilidad de los estudiantes depende en gran medida de la adaptación de sus conocimientos al mercado laboral y, de manera más concreta, al sector donde vayan a desempeñar su actividad. Por ello, es preciso adecuar los planes de estudio universitario y la formación profesional a las necesidades reales de las empresas.

El binomio talento-jóvenes y su conexión con el entorno laboral depende también de la interrelación entre las instituciones educativas y el mundo de la empresa, especialmente en materia de gestión de una innovación efectiva, y de digitalización e interconexión de los procedimientos administrativos. Los profesionales de las empresas que se comprometen a colaborar en el entorno universitario desarrollan una actividad decisiva en estos procesos.

Desde las organizaciones empresariales entendemos como prioritario establecer marcos sistemáticos de colaboración “Universidad-Empresa”, que sirvan para orientar eficazmente los esfuerzos en I+D+i y en transferencia del conocimiento. Y hay que apostar por una formación más práctica, incluyendo enseñanza post universitaria dual o el desarrollo de doctorados profesionales, para una especialización más enfocada al mercado laboral.

Y, por último, es fundamental interrelacionar de forma eficaz el mundo de la formación profesional y el de la universidad, tendiendo puentes, facilitando y potenciando estrategias de colaboración e integración que favorezcan la movilidad de estudiantes en ambas direcciones.   

–Las cifras de la brecha con el mercado laboral

El 80% de los jóvenes iberoamericanos posee perfiles difícilmente compatibles con los empleos de mayor competitividad. Es una de las conclusiones del informe Empleo juvenil y emprendimiento en América Latina y el Caribe, elaborado por la Organización de Estados Iberoamericanos y el Banco Centroamericano de Integración Económica

En el mismo informe se destaca el crecimiento del número de universitarios en Iberoamérica: 32 millones de estudiantes, de los que el 70% son los primeros de su familia en acceder a la universidad.

La realidad y la conclusión: hay una brecha en Iberoamérica entre lo que demanda el mercado laboral y la formación de nuestros sistemas universitarios, que unido a problemas de productividad, desempleo juvenil y de informalidad merman, ralentizan y lastran la competitividad. 

Así lo traduce en cifras el informe “Educación superior, competitividad y productividad en Iberoamérica”, también de la OEI: la productividad en la región ha disminuido en los últimos 50 años y es baja en todos los sectores. Detonantes: la debilidad institucional del entorno productivo, la alta informalidad del mercado de trabajo, que en toda la región afecta a alrededor del 50% de los empleados, y el desempleo juvenil.

De la Encuesta Iberoamericana de la Mipyme elaborada por la SEGIB, CEIB y FIJE, un par de apuntes y cifras: contar con el talento adecuado para acometer la transformación es una condición imprescindible, que no es ajena a la necesidad del tejido productivo iberoamericano. “Un 59,6% de las empresas encuestadas afirma tener empleados lo suficientemente preparados, aunque un porcentaje bastante alto (47,2%) está pensando en contratar más expertos digitales, probablemente, conscientes de que el desafío de la transformación requerirá de un esfuerzo extra”.

–Competitividad del talento

La competitividad del talento, concepto clave para entender y preparar o prepararnos para el futuro, también afecta a factores determinantes como las cifras de desempleo de un país, la inmigración, la educación o el crecimiento económico. Se trata de un elemento indispensable para recuperar la prosperidad y el crecimiento, disminuir las cifras de desempleo juvenil y mantener el auge de las economías emergentes.

El talento se ha convertido en el recurso esencial de la economía mundial. Y este concepto se fomenta y desarrolla a nivel local gracias a la inversión en formación permanente y a la promoción de la movilidad geográfica, dos ejes fundamentales. Y por descontado, a que los Estados, empresas y organizaciones no gubernamentales entiendan y apliquen, no solo el concepto de talento, sino también el de competitividad del talento.

Según indica el Índice Global de Competitividad del Talento 2022 (un informe anual completo de evaluación comparativa que mide cómo los países y las ciudades crecen, atraen y retienen el talento), “es imperativo que el talento tenga una mayor movilidad internacional, más fácil acceso a una ecuación de calidad y oportunidades de aumentar la movilidad social, además de que los responsables en la toma de decisiones estén más dispuestos a invertir en desarrollo del talento”.

Fomentar la competitividad del talento es una tarea compleja y una inversión a largo plazo, especialmente para los países de rentas bajas. Es importante que, para conseguir la máxima rentabilidad de la inversión, los países se centren en desarrollar políticas laborales que aumenten su competitividad ahora y en el futuro.

–Talento e inmigración y desarrollo

La integración socioeconómica de los inmigrantes, además de una realidad, es prioritaria para la agenda de desarrollo y de política regional. Durante la última década, el panorama migratorio de América Latina y el Caribe cambió significativamente. En 2022 había más de 43 millones de latinoamericanos y caribeños viviendo fuera de sus países de origen, un cuarto de ellos en otro país de la región.

Son datos de un importante informe elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) titulado ¿En qué situación están los migrantes en América Latina y el Caribe?

Por hacernos una idea de la dimensión del tema, en el periodo de 2010 a 2020, la participación de los extranjeros en la población total aumentó en prácticamente todos los países latinoamericanos y caribeños. Los 12 países analizados en este informe, incluido Brasil, cuentan con 12 millones de residentes extranjeros, cerca del 2,2 % de su población. Por el contrario, en 2020, los inmigrantes que residían en los países de la OCDE representaban el 14% de su población.

En lo relativo al trabajo, en la mayoría de los países de ALC, los inmigrantes, y concretamente los de edades comprendidas entre los 15 y 34 años, “tienen más probabilidades de empleo y de participar de la fuerza de trabajo que sus pares nativos” De hecho, “los inmigrantes tienen menos probabilidades que los nativos de estar desempleados en la mitad de los países, mientras que en casi todos los países de la OCDE sucede lo contrario”.

El informe de BID, OCDE y PNUD confirma un dato muy relevante: “en la mayoría de los países, los extranjeros sufren menos situaciones de desempleo de largo plazo que los nativos y, a diferencia de lo que sucede en la OCDE, en promedio, ocupan más puestos altamente cualificados que los nativos”.

Recientemente tuve la oportunidad de intervenir en la segunda edición del foro «El poder creativo de los migrantes», evento organizado en Madrid por Voice (ES). En esta importante cita los expertos, reunidos por Santiago Sánchez Benavides, cofundador de Voice, coincidieron en señalar que fomentar la inclusión de la población inmigrante en países como España es clave para enfrentar el reto demográfico, cubrir la demanda de puestos digitales y mejorar en competitividad y productividad atrayendo perfiles innovadores.. 

Para que haya creatividad hay que tener diversidad de pensamiento. Las personas migrantes nos aportan visiones de mundos diferentes y formas distintas de afrontar los problemas. En Iberoamérica el talento cuenta con una gran ventaja, que radica en dos idiomas, en arraigos culturales idénticos y en una forma de sentir común.

Una clave indiscutible para fomentar el talento global es sin duda la creación de empleo y la presencia de empresas, que éstas crezcan y se conviertan en globales.  Desde el mundo empresarial defendemos un firme compromiso con fomentar empresas y proyectos que generen un triple impacto positivo -económico, social y ambiental- alentando el cuidado del medioambiente, la inclusión social y la transición energética.

Los gobiernos iberoamericanos vienen implementando numerosas iniciativas para fortalecer sus ecosistemas emprendedores y fomentar el talento, aportando asistencia técnica, formación, financiación y mejoras en los marcos normativos, para impulsar empresas de alto rendimiento capaces de generar empleos de calidad y poniendo en la agenda de la política pública los programas de apoyo a emprendedores.

El talento iberoamericano está más vivo, dinámico y en ebullición que nunca. Tenemos que seguir apostando por todo aquello que nos identifica como región y nos hace tan diferentemente iguales. Necesitamos más talento, de más sitios, cada vez más diverso e innovador, que ayude a ganar en competitividad, a crear más y mejores empresas y que se traduzca, desde luego, en puestos de trabajo.

Debemos gestionar, retener y reciclar mejor entre todos el talento global que llega a nuestros países.

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