La inflación general ascendió tres décimas en agosto, hasta el 2,6%, y la subyacente continuó su senda de reducción, aunque de forma mucho más gradual que en meses anteriores, situándose en el 6,1%, una décima menos que en julio.
Los precios de los productos energéticos continúan mostrando caídas significativas en términos interanuales, aunque estas serán cada vez más moderadas por el efecto base.
Los precios de los bienes industriales y de los alimentos no elaborados también muestran incrementos más contenidos, ya que se observan menores presiones inflacionistas en los mercados internacionales. Sin embargo, en el caso de los servicios, debido a la fortaleza de su demanda y al empuje de los costes, se observa una mayor resistencia a la desaceleración.
Las previsiones apuntan a que la inflación seguirá en tasas similares los próximos meses, aunque podría haber algún repunte puntual en la última parte del año, como consecuencia del aumento de los costes.
Se espera que en 2023 la tasa media de inflación sea mucho más baja que en 2022, por debajo del 4%. De hecho, la Comisión Europea estima un 3,6% para 2023.
En este contexto de desaceleración de la inflación, cobra especial relevancia el acuerdo alcanzado por los agentes sociales para la firma del V AENC, que establece un marco para la determinación de los incrementos salariales durante el periodo 2023-2025 que genera confianza y contribuye a evitar una espiral inflacionista.
En términos de comparación con Europa, el IPCA en agosto alcanzó una tasa del 2,4%, mientras que en la Unión Monetaria esta tasa se situó en el 5,3%, con lo que el diferencial negativo se reduce a 2,9 puntos porcentuales, con una significativa menor inflación en España.